En este libro, Edgar Solórzano emplea la retícula como un medio para investigar la capacidad de expansión de los sistemas de signos. Los 900 dibujos marcados en cada página, también explotan la retícula como un vehículo de exploración del campo perceptual, al tiempo que aluden a la noción de ocupación. El proyecto parte asimismo de un ejercicio de memoria: nos regresa a las planas repetitivas de trazos de dibujos o escritura realizadas principalmente durante la infancia.