AA.VV
Hace ya 2 meses que la sala de exposiciones de Koldo Mitxelena reflexiona sobre el concepto de imagen en su muestra Abismos. Laberintos de la imagen, y es que son notorias las huellas de la presencia de la imagen en nuestra sociedad.
Hoy día, cuando llegamos a una nueva ciudad, generalmente, solemos tener claro qué es lo que tenemos que ver. Existen precedentes, nos hemos informado, hemos cogido una guía Lonely Planet en la biblioteca, estamos orgullosos de lo que sabemos, de haber visto las fotografías de nuestros amigos… Y al llegar, sabemos qué torre o castillo o iglesia o ayuntamiento vamos a ver a la vuelta de la esquina. Muchas veces, nos es suficiente ver lo que conocemos en dos dimensiones en la realidad, nos tranquiliza. Ahí está lo que conocemos, no nos equivocamos, no se ha movido de sitio. Conocemos la cuidad. Nos hemos quedado satisfechos.
Llevamos un tipo de vida muy ilustrado, cuando no sabemos cómo hacer un tiramisú o una mayonesa o una huerta, vemos vídeos de Youtube o consultamos libros de recetas o sobre plantas. Nuestro conocimiento va en aumento, pero, de alguna manera, el margen para nuestra imaginación va disminuyendo.
Desde la década de los 60 la manera de trabajar en el mundo del arte ha cambiado, la imagen comercial y artística se han fusionado y el híbrido consecuente ha perdurado hasta nuestros días. Resulta reseñable, por ejemplo, el polémico anuncio realizado por el director de cine Bigas Luna para una conocida marca de quitagrasas. Podría decirse que ha sido una de las incursiones más valientes de la televisión. Ha combinado el porno, el erotismo, la telenovela, el cine y el producto airosamente. Al fin y al cabo, ha dejado en evidencia el deseo del comprador, aunque se mantenga oculto, en forma de cortometraje. Por tanto, el espectador, ha cumplido su papel, le ha llegado la obra y por medio de un código diferente lo ha podido entender, aunque no haya sido consciente. Cada uno bajo su criterio, en su cotidianeidad, esa pieza-anuncio-cortometraje la amará, odiará o le resultará indiferente.