n las fotografias de Alfredo De Stefano podemos sentir la huella de una actitud ritual que interviene en el desierto provocando el surgimiento de una vision inquietante, incluso trascendente. Sus imagenes se conjugan con la obra del escritor Guillermo Arriaga, quien senala el punto en el que ambos confluyen: la vision del cazador, del hombre de accion en la inmensidad conmovedora del desierto.