El carnet de voyage es un género de larguísima historia: el artista consigna visual y verbalmente todo lo que va descubriendo durante su viaje. Lapin se inserta en esa tradición para brindarnos una estampa coral, tierna, divertida, irónica y, al mismo tiempo, rigurosa de una Cuba que se acerca a un cambio de ciclo. Gracias a la dimensión plástica de sus notas logra transmitirnos tanto la luz, el sabor o la música del Caribe como los claroscuros de una revolución siempre inacabada. El relato en forma de diario impresionista nos permite acceder a la vida cotidiana de. un país que, par razones históricas y políticas, no se parece a ningún otro. Cuaderno de Cuba es un elogio al arte del vagabundeo. Paseando encuentra el autor a pintores, músicos; santeros, golfillos, entusiastas políticos, pícaros, buscavidas y turistas. Coches antiguos, monumentos ruinosos, bichos, ciudades coloniales, museos anacrónicos y el malecón más famoso del mundo acompañan a ese desfile de personajes variopintos configurando un ameno documento de un espacio y una época. Porque el viajero es también un documentalista: sus atractivos dibujos y sus anotaciones diarias constituyen el suculento retrato de una isla en momentos de radical transformación.