Su arquitectura emocional y su escultura urbana fueron revolucionarias. A lo largo de treinta años, Mathias Goeritz redacta manifiestos, críticas y advertencias, difundiendo así sus ideas, reflexiones, tesis y hasta temores sobre el devenir del arte. Habiendo sido uno de los espíritus más críticos y severos con el arte del sigo XX, su propia creación artística se encuentra paradójicamente llena de optimismo y de esperanzas. Ésta propone, a través de «oraciones plásticas», un regreso a los valores auténticos y eternos, a la espiritualidad y al contacto con Dios.
Si la mayoría de los textos de este artista, relacionados con la estética pero también con la ética del arte de su época, encontró en la revista Arquitectura México un foro de difusión continuo y coherente, otros muchos se encontraban dispersos en revistas especializadas y otros tantos permanecían inéditos. Ante esta situación, la recopilación de la obra teórica de Mathias Goeritz, quien antes y después de concretizar una obra plástica, arquitectónica o poética, pictórica o escultural, tomaba la pluma para expresar sus «pensamientos y dudas autocríticas», se revelaba fundamental.
«Sentado al borde del río Apatlaco me vienen reflexiones en torno a mis esfuerzos de editorialista [...]. ¿Habrá quien lea estas líneas mías? ¿Hay [...] quien se interese en leer estos manifiestos, confesiones, llantos, gritos, suspiros, oraciones? ¿Habrá algún arquitecto o artista que los tome en serio y piense sobre ellos?».