ELENA PONIATOWSKA / JAVIER RIVAS / FERNANDO ROBLES
Ya empezó la época de lluvias, caen aguaceros que nada limpian ni sacan a nadie de la pandemia. Sin embargo, en la Plaza Río de Janeiro, en la noche, en torno a la copia del David, de Miguel Ángel, regresan sombras negras y andrajosas, algunas cubiertas con trapos, otras encorvadas y las que menos jalan tras de sí un costal en el que llevan todas sus hilachas. Como en una obra de teatro van acomodándose en las bancas de la plaza porque es la hora de dormir.
La Ciudad de México ha identificado a 4 mil 354 personas en situación de calle que se concentran en distintos puntos de la capital de las alcaldías Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza e Iztapalapa, y en mucho menor grado en esta plaza de sombras y arrepentimientos, porque es porfiriana.
También en la noche, sale de su casa, en la plaza Río de Janeiro, el pintor Fernando Robles con sus 72 años a cuestas, y observa cómo un pepenador acomoda despacio su humanidad sobre una bolsa de plástico negra debajo del asiento de la banca. Poco tiempo después, otro se sienta en ella y después de un rato se tira a todo lo que da su cuerpo y acomoda su cabeza sobre su brazo andrajoso que le sirve de almohada.
Así duermen los dos a la buena del dios de la pandemia. ¿Se conocen? ¿Se ayudan? ¿Avanza el tren de la vida de las dos literas improvisadas? No consta en actas. Lo único que consta es la crueldad de la pandemia que se añade a la crueldad que rige hace años en la vida de los miserables de la Ciudad de México.
El otro virus - Fernando Robles - Ediciones Tecolote