"Esto es un manicomio babilónico; por mil ventanas le gritan a la vez al transeúnte mil voces, mil músicas, mil ideas diferentes, y está claro que el individuo se convierte así en un tablado para motivos anarquistas y la moral se disgrega junto con el espíritu. Pero en las bodegas de ese manicomio martillea la voluntad vulcánica de crear, se materializan sueños ancestrales de la humanidad como el vuelo, las botas de siete leguas, la mirada que penetra a través de los cuerpos, y un número inaudito de fantasías semejantes que en siglos anteriores eran la más sagrada magia del sueño; nuestra época crea esas maravillas, pero ya no las siente", escribió Robert Musil en 1922, en uno de sus más esclarecedores ensayos: La Europa desamparada. Textos muchas veces circunstanciales, sugeridos por acontecimientos de la vida política y cultural, de la actividad teatral o la situación del escritor, los de - Robert Musil se elevan siempre desde la situación particular, y ello no porque haga "consideraciones generales", sino porque es en la situación particular donde lo general tiene cabida. Y tiene cabida en la diversidad, pues no pretende Musil reclutar a todas las ideas para ponerlas bajo una más grande y confirmarlas. Buen conocedor de las academias militares, en las que estudió durante su adolescencia y juventud, sabe Musil que es la diversidad el rasgo por excelencia de lo real, que no se deja someter a rasero común, por mucho que se intente.