Escrito a sus veintiún años, Las pagodas ocultas recrean un frenesí poético donde se avizoran los lances del creacionismo que más tarde haría temblar las tradiciones literarias y poéticas de habla hispana, entronando al autor como protagonista de las letras en este idioma. Como lo advirtió en 1922 el mismo Huidobro: “La poesía contemporánea comienza en mí” y lo reafirmó en 1938: “El poema creacionista sólo nace de un estado de superconciencia o de delirio poético”.
Escrito por una de las más rara avis de la literatura, en esta pieza fundacional de lo que vendría a ser más tarde su obra y su rol protagónico en las vanguardias latinoamericanas con ecos en Europa, el poeta alza su voz para las multitudes y en nombre de ellas, como si se tratara de varios hombres y todas las voces aunadas para registrar la polifonía de la existencia.