Aunque tiene nobles antecedentes, el tanque de natación es una invención tan reciente como el ferrocarril, como la fotografía. Como aquellas tecnologías, implica además (o tal vez debería decir: significa) la toma de posesión por el hombre de un elemento natural: el agua. Lo sabíamos antes de Gaston Bachelard -aunque el filósofo francés nos ayudó a comprenderlo-: el agua en libertad, en movimiento o estancada, ha sido un detonador de fobias arcaicas incrustadas en la psique occidental que obligaron a instrumentar medidas de control.