“Los Tamayo, un cuadro de familia”, de María Elena Bermúdez Flores, no es una biografía más de los Tamayo, el libro es un testimonio del gran amor y la unión intima que prevaleció entre ellos; resalta la intensa lucha en que se enfrascaron por defender sus ideales y cumplir sus metas, y describe las emociones de dos personajes excepcionales dentro del mundo del arte –vistos desde la perspectiva de una sobrina que convivió con ellos muy cerca y los quiso entrañablemente.
Con un lenguaje sencillo, la autora hija de Débora, hermana menor de Olga, involucra al lector en un viaje cargado de noticias, notas y comentarios de interés acerca de sus tíos Olga y Rufino Tamayo, sucesos poco conocidos que describen “el torbellino” que fue Olga y el gran talento del pintor oaxaqueño.
Las anécdotas fluyen desde las primeras páginas. El libro muestra la férrea voluntad de Olga, quien contrariando las buenas costumbres de la época, al poco tiempo de conocer a Rufino Tamayo, le dijo:
Rufino, tú me gustas y contigo quiero casarme
Tamayo abrió inmensamente los ojos y le pregunto ¡Si¡ ¿Cuándo?
Cuando tú quieras – contestó Olga
La boda de celebró el 3 de febrero de 1934. La pareja tenía la intención de casarse sólo por lo civil, por la política anticlerical prevaleciente, pero a petición de la madre de Olga, se casaron por la iglesia, propiciando que Tamayo fuera cesado de sus dos trabajos, el de profesor, y el de Jefe de Artes Plásticas de Bellas Artes. Esos sinsabores fueron el inicio de una cadena de sucesos que contribuyó a unirlos más, narra la escritora.
En la primera edición del libro realizada por el Gobierno del Estado de Oaxaca, a través de la Secretaría de las Culturas y Artes de Oaxaca, y la Fundación Olga y Rufino Tamayo, A.C., la autora describe a la familia con la que convivió el pintor, quien huérfano de mamá y abandonado por su papá, fue educado por Amalia y Esteban, hermanos de su madre.
La primera edición fue presentada, en el Teatro Macedonio Alcalá, recinto en el que acompañaron a la autora, Andrés Webster Henestrosa, secretario de las Culturas y Artes de Oaxaca, Nedda G. de Anhalte y Carmen Cuenca.
Durante la presentación, Webster Henestrosa, resaltó que el libro Los Tamayo, un cuadro de familia, “está escrito desde adentro por su sobrina, quien despojada de cualquier intento biográfico o crítico de Tamayo, permite adentrarnos en sus vidas a través de relatos, recuerdos y una comunicación epistolar poco o nada conocida”.
La relación que la autora tuvo con su tío Rufino, dijo el funcionario, nos proporciona datos que dibujan al artista con sus fibras más sensibles, la presencia indispensable de Olga: esposa, representante, su alegría desbordante, sus secretos cariños, sus gustos y nostalgias.
Por su parte la autora, frente al público oaxaqueño refirió: “con frecuencia he escuchado que se comenta que Rufino Tamayo no habría llegado a tales alturas sin Olga, yo no estoy de acuerdo con esa aseveración temeraria puesto que él, desde joven, tenía bien definidas sus metas, antes de cumplir los 30 años ya había presentado varias exposiciones en Nueva York”.
María Elena Bermúdez, consideró, que uno de los capítulos más entrañables, es la descripción de la correspondencia que hubo entre ellos, con su propia letra, nos adentran a distintos sucesos de su vida personal, desde nimiedades cotidianas hasta tragedias íntimas como la relación de Rufino con la creadora María Izquierdo, o la maternidad interrumpida de Olga.
La autora detalló que comenzó a trabajar en el texto desde 1995 y que al principio fue sencillo porque los recuerdos fluían generosos y espontáneos, pero conforme pasaba el tiempo se entrampó. Por fortuna descubrió que sus tíos tenían un verdadero cofre de tesoros.