La introducción a la mayoría de las retrospectivas de la obra de un director, comienza con: "Cómo acercarse a la obra de..."; sin embargo, en el caso de Masao Adachi, la pregunta más adecuada sería: "Cómo ve uno mismo las obras de Masao Adachi". Hasta ahora, esto se pensaría de manera muy literal.
Aun dentro de Japón, durante décadas fue casi imposible ver sus obras, con un puñado de sus obras distribuidas en video casero, y con muy poco de él escrito fuera de Japón. Ahora, gracias a la ardua labor de muchos, es posible ver de nuevo las audaces obras de Adachi, por lo que la pregunta puede reposicionarse: "cómo vemos estas películas". Su delicado equilibrio de tropos de género, matices políticos, experimentos en teoría fílmica, y un núcleo ideológico, hacen que sea intimidante desempacar las cintas de Adachi, aun cuando es placentero verlas.
La historia de Adachi como artista, organizador, activista y expatriado, ayuda toda a entender sus impulsos de cineasta, pero en tanto películas, son una rara raza de espectáculo. Piénsese por ejemplo en Oración chorreante, Rezo de la eyaculación (1971) con sus diversas capas de realidad, sueño y desilusión, al tiempo que simultáneamente emplea técnicas de distanciamiento para resistir una total inmersión en la realidad fílmica.
Esta sensibilidad se puede ver en las, mucho más vistas, obras de Godard o Fassbinder, pero los métodos particulares de Adachi son refrescantes tanto en su audacia como en su fusión completa con la obra en su totalidad. Lo que es notable es que 35 años después, estas notables fortalezas no sólo siguen estando frescas, sino completamente revigorizadas.