Cuando murió, el abuelo de Miguel Calderón dejó a su nieto u caja de imágenes inexplicadas: fotografías y recortes de prensa en los que aparece él mismo acompañado de varias mujeres. Calderón editó y publicó ese material sin pretensión ni juicio de por medio. Limitándose a presentar el misterio íntimo e irresoluto de un ser amado que ha fallecido. Este proyecto remite a los intereses previos de Calderón por la Antropología a través de su propia genealogía, pero esta vez el proceso de identificación y confrontación entre lo público y lo privado tiene lugar a través del apellido que compartieron él y su abuelo.