El arte de las primeras vanguardias se suele analizar bajo dos grandes “paradigmas”: el de la obra única, cuyo carácter de singularidad deriva de la ruptura formal y del efecto shock, y el de la multiplicidad, dominado por la discontinuidad del espacio-soporte. Pero hay un “tercer paradigma” generalmente olvidado, el del archivo.
A su estudio se ha dedicado este libro, en el que se analizan sus fuentes, sus precedentes, su desarrollo y sus principales ejemplos a lo largo del siglo XX y los del XXI, ocupándose del trabajo de los artistas visuales que registran, coleccionan, almacenan o crean imágenes que, «archivadas», han devenido inventarios, tesauros, atlas o álbumes. Artistas que se valen del archivo como un nexo entre la memoria y la escritura, como un territorio fértil para todo escrutinio teórico e histórico, o como un lugar para reconstruir visiones utópicas.