Se dice que toda la obra de un creador, sea escritor o artista, es en realidad una forma de autobiografía. Consciente de ello, cuando en 1994 ingresé en El Colegio Nacional leí unas palabras conformadas por diez notas autobiográficas. Para el presente libro, que reúne una antología de mi trabajo como pintor y escultor, y que he titulado Puntos suspensivos porque quiero creer que mi obra sigue en proceso, repito y multiplico aquellas notas junto con otros textos rescatados de algunas de mis escasas publicaciones: en conjunto pueden constituir un autorretrato o una manera de diario hablado profusamente ilustrado, como una forma de constancia de vida. Añadiré que mi respeto por la escritura es enorme y por lo mismo tampoco soy afecto a las entrevistas (pues difícilmente me identifico con una frase que he dicho y después veo escrita: pienso que eso que formulé no era lo que había querido expresar pero tampoco encuentro la forma de exponerlo mejor). Sin embargo, para hacer posibles estas líneas he debido apoyarme en algunas de las respuestas recogidas en aquellas conversaciones que, a pesar de mi resistencia, he llegado a sostener y que, ahora veo, quizás hayan sido demasiadas. A favor de mis entrevistadores y con agradecimiento admitiré de paso que, en muchas ocasiones, a ellos debo titulares en diarios y revistas en los que creo ver mejor sintetizadas mis palabras de lo que yo mismo habría podido lograr y que, en todo caso, ahora me permiten armar este esbozo de autorretrato centrado precisamente en dichos titulares. Ellos me abrieron el camino.